Pablo escribe: “Pues si anuncio el evangelio, no tengo por qué gloriarme; porque me es impuesta necesidad; y ¡ay de mà si no anunciare el evangelio!†(1 Co. 9.16)
Obligado: ¿Tengo que hacerlo?
He visto personas escribir sobre este versÃculo como si ser testigo es una necesidad, como si es una obligación. Como somos Cristianos estamos obligados a compartir. Dios lo requiere de nosotros. Estamos obligados a hacerlo.
La connotación muchas veces es negativa.
Pienso en un dictador obligando a la gente a estar de acuerdo con él. No importa lo que tú pienses, debes hacerlo.
Pienso en un padre obligando a su niño/a a limpiar su cuarto. El niño/a no quiere hacerlo, pero eventualmente dobla la voluntad y accede a regañadientes.
La asociación es que tenemos que hacer evangelismo porque Dios lo requiere de nosotros.
Por un lado, el evangelismo es el deber y obligación de un Cristiano. Pero ¿deberÃamos cumplir nuestra obligación porque TENEMOS QUE HACERLO o porque QUEREMOS HACERLO?
Obligado: Quiero hacerlo.
Creo que hay una diferencia en el sentido de la palabra “obligado.â€
Algo que he notado a través de mi vida Cristiana, es que mientras mas vibrante es mi relación con Jesús, mas vibrante y expresivo es mi evangelismo.
Del desbordamiento de mi corazón habla mi boca. El evangelismo — compartir las buenas noticias — simplemente se sale de mi. No es algo por hacer. Es parte de quien yo soy. Soy un testigo. Estoy entusiasmado con lo que Dios esta haciendo en mi vida, y me entusiasma compartir.
Estoy obligado a compartir porque estoy profundamente agradecido por lo que Dios ha hecho por mi.
No puedo evitar hablar sobre la actividad de Dios en mi vida.
Se vuelve fácil invitar a otros a que  “Vengan y vean.†Se vuelve fácil señalar la actividad de Dios en mi vida. Se vuelve fácil hablar sobre mi fe en conversaciones respetuosas con mis amistades que no siguen a Jesús.
Habla Griega: una necesidad divina
La palabra Griega traducida “obligar†tiene un rango amplio de significados encontrados en NT, incluyendo el significado de coacción.
Pero en este versÃculo, es una necesidad divinamente ordenada en los propósitos de Dios. Es una acción de nuestro libre albedrio que no podemos evitar hacer. Por el llamado puesto en Pablo, él no podÃa evitar predicar el evangelio. El deseo de su corazón es tan fuerte que de su desbordamiento, el habla libremente.
Déjame preguntarte esto:
¿Qué sientes cuando lees la lÃnea de Pablo en 1 Co. 9.16? ¿Qué tan vibrante es tu relación con Cristo?